Hasta no hace mucho, las piscinas se calentaban de forma convencional, normalmente con aceite combustible, gas o incluso electricidad. Sin embargo, la disponibilidad de los recursos energéticos naturales es cada vez más reducida, y es responsabilidad de todos evitar su despilfarro. No limitar su uso no sólo tiene repercusiones en el bolsillo del individuo y de la sociedad misma, sino que tiene consecuencias ecológicas no justificables a largo plazo.
Dentro de poco tiempo, las reservas de energías fósiles empezarán a escasear de forma notable, y sus costes alcanzarán sumas impagables.
Por esta razón, cada vez más gente se inclina por el calentamiento de sus piscinas mediante la energía solar.